jueves, 19 de abril de 2012

Crónicas de Aventura. Página 9.

Lo que el Ojo no Ve. Parte 5

La capilla hasta la que llegó el grupo era pequeña, excavada en roca viva y con dos estatuas de piedra de antiguos dioses. Las estatuas, desgastadas por el paso del tiempo, mutiladas salvajemente por los trasgos y pintadas obscenamente apenas reflejaban sus rasgos originales. Como les había indicado el Elfo Garth, tras una de las estatuas, un ladrillo suelto dejaba entrever un mecanismo. Al activar el mecanismo parte de la pared se desplazó con un fuerte crujido dejando a la vista un oscuro pasillo.

Encendieron las antorchas y atravesaron el pasillo llegando hasta unas escaleras de caracol que descendían hacia la oscuridad. Una vez abajo, tras una puerta, llegaron a una habitación con un armero metálico oxidado. Junto a él, su contenido yacía desparramado. Furio se adelantó para ver las armas. Una espada envainada le llamó la atención, al desenfundarla parecía brillar con un frío violáceo. La empuñadura tenía grabadas runas enanas. El guerrero la guardó entre sus posesiones. Había una puerta en la pared norte, salieron a un largo y silencioso pasillo donde pudieron ver tres puertas.

Revisaron las salas, en la primera no hallaron nada, la segunda, una sala llena de cascotes del techo y paredes, tenía una gran puerta de aspecto sólido al fondo. Fueron a examinarla. Estaba cerrada y no parecía de fácil apertura, así que decidieron tirarla a la fuerza. Cogieron una viga caída, y comenzaron a golpear la puerta. Cada golpe era más fuerte que el anterior, la puerta parecía que caería en cualquier momento, estaban apunto de asestar el golpe final, cuando la puerta cayó, pero para sorpresa del grupo, no del lado que esperaban, sino que cayó como si algo la hubiera empujado desde el otro lado, un olor a amoniaco inundó la estancia, el terror se dibujo en sus rostros cuando tras la puerta, vieron una masa verde traslúcida deslizarse hacia ellos. Los miembros de la orden del libro corrieron de vuelta presas del miedo. Auryn fue la primera en salir de la sala, Furio iba rebuscando algo en su mochila, Purpurio, seguido del zorro Swift, cerró la puerta al salir al pasillo. Volvieron hacia las escaleras de caracol, por fin Furio encontró lo que buscaba, un bote de aceite. Volvió al pasillo, al ver al cubo gelatinoso le lanzó el aceite seguido de una antorcha, y comenzó a arder. El pasillo se lleno al momento de gas con olor a amoniaco.

Esperaron a que se disipara el gas, y fueron por la puerta por la que había aparecido el Cubo gelatinoso. El acceso daba a una sala llena de grandes telarañas, por el tamaño de estas, las arañas que las hubieran tejido debían tener un tamaño realmente grande. Al fondo de la sala, entre las telarañas, podía entreverse lo que parecía una puerta. La Elfa echo una rápida mirada, pero no vio ninguna araña, aun así, el mago sugirió volver hacia atrás, no le gustaban mucho las dichosas arañitas. Furio le convenció de que el fuego era la solución para cualquier situación, así que prendió fuego a las telarañas y cruzaron la puerta de la sala. Llegaron a un cuarto lleno de herramientas y estantes, todo cubierto por enormes telarañas, en la pared de la derecha, un marco sin puerta dejaba entrever un apeadero de madera roída junto a unas vías sobre las que descansaban varias vagonetas.

Habían dejado una puerta sin investigar. Volvieron al pasillo, los restos del cubo gelatinoso seguían emanando el fétido gas. Pasaron intentando no respirarlo. Tuvieron que echar la puerta abajo para poder entrar. En el interior de la sala encontraron un cofre de madera vieja reforzado con tachuelas de bronce y una cerradura también de bronce.

Purpurio recordó en ese momento lo sucedido con los cofres de la torre de la ciénaga, en el gran pantano, así que se acercó para mirar con mucho detenimiento si pudiera haber algún tipo de trampa.
La sorpresa fue mayúscula cuando el cofre abrió una enorme boca llena de puntiagudos dientes que se lanzaron a morder al confiado mago, la dentellada fue casi mortal, en un momento la sangre del mago bañaba la estancia.
Furio desenvainó la espada que había encontrado, lanzó su ataque pero perdió su atención cuando vio como la espada iba dejando un ligero rastro de escarcha en el aire y no consiguió impactar al cofre. La arquero elfa disparó su arco, la flecha se clavó en el cofre, y un hilo de sangre brotó de él acompañado un estridente chillido, lo que hizo que soltara al mago, quien aprovechó el momento para retirarse y con la palabra de mando Arkium, usó su varita para curarse. Furio volvió a lanzar un nuevo ataque, esta vez no se dejo dislumbrar por su nueva espada impactando en el cofre, pero no le produjo un gran daño, sin embargo, la dentellada que el cofre asestó al guerrero hizo que este perdiera la consciencia. El mago tuvo que volver a usar la varita para sanar al guerrero. Auryn seguía lanzando flechas, el cofre seguía mordiendo al guerrero, ya se había comido sus pantalones y parte de su muslo, la situación era angustiosa, el mago volvió a lanzar un rayo desde su varita para curar a Furio, el zorro swift estaba en una esquina presa del miedo. El guerrero recuperó la consciencia, cuando una de las flechas de la elfa impactó nuevamente en el cofre, aprovechó para separarse, el mago disparó su ballesta, el guerrero lanzó una nueva estocada, consiguieron herir varias veces a cofre, hasta que este retrocedió hasta una esquina, y con un extraño sonido, emitió un lastimero lloriqueo acompañado de varias palabras en común con un singular acento:

-Dejarmeee... snif... perdónnn...-
-¿Porque nos has atacado?- Preguntó Purpurio ante una situación tan surrealista.
-Porque tenía hambre... snif...- Respondió.
-¡¡¡ Pero matadlo y ya está !!!, ¡¡ Maldita sea !! - Estalló el guerrero en medio de la conversación, mientras se tocaba el muslo de su pierna donde tenía las marcas de los mordiscos que le habían dejado una ligera cojera.
-Nooo, nooo matarrr noooo... snif!... dadme algo de comer... por favor... el zorro por ejemplo...- Siguió diciendo el cofre, pero ese fue su gran error, Purpurio apuntó con su ballesta, y con un disparo certero hizo callar al cofre para siempre. El grupo no se creía lo que había ocurrido, la elfa quería mirar dentro del cofre, hasta que descubrió que el cofre era un ser vivo, el guerrero no salía de su asombro ante semejante criatura, ¿que otros seres podría encontrarse en las entrañas de las minas? Pronto lo descubrirían.

Parte 6. Próximamente.

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